10.8.09
De las barbas de Fidel a la verruga de Chávez y de la paz a la guerra en la lucha revolucionaria.
El mismo Fidel Castro nos da luces: la paz debe ser nuestra bandera, así tengamos que tragarnos la rabia, la indignación y las ganas de ir a entrompar cara a cara y a darnos bala contra tanto lacayo.
No son desconocidas las narraciones que suele contarnos nuestro comandante Hugo Chávez de sus tiempos de soldado y su relación espiritual con los movimientos guerrilleros. A él le pasa lo que a muchos ante la indignación que producen las maniobras y políticas imperiales, que al fin de cuentas, desatan una gran indignación que nos lleva a terminar tornándose en furia, lo que en muchos momentos históricos lleva a los pueblos y a sus gobernantes honestos, a enfrentar de manera radical a las fuerzas avasallantes del imperio. Esta vía, es la respuesta armada.
En otros artículos hablo con nostalgia de los tiempos en que la guerrilla era la forma de los pueblos para enfrentar los abusos y las injusticias cometidas por los gobiernos burgueses y hablo en ellos de la casi imposibilidad de poder tener derecho hoy día, de pelear hasta con la vida contra tantos años de irrespeto y dominio que han traído tanta miseria e ignorancia, tanta exclusión y tanta pobreza a todos nuestros pueblos.
Aquellos años donde Fidel y sus valientes desembarcaron a bordo del Granma para incendiar de sueños a Cuba no son estos años. Chávez tiene que lidiar en nuestra revolución con las fuerzas de resistencia del pasado y hay que asumir el más puro espíritu gramciano para avanzar a diario hacia la nueva sociedad socialista, el imperio lo reta al enfrentamiento bélico y caer en esa provocación sería perder el camino que por hoy sostiene y unifica a todas nuestras patrias, hasta que muera lo que tiene que morir y termine de nacer lo que tiene que vivir.
Creo que Chávez, nuestro comandante, fácilmente y si hubiera tenido cómo, se hubiera convertido en militante de aquellas gloriosas guerrillas de FLN o las FALN que de manera digna y valiente enfrentaron a gobiernos asesinos, como el de Rómulo Betancourt, donde los desaparecidos y asesinados, donde la represión, la explotación y el saqueo a nuestra patria eran el suceder cotidiano.
La realidad es que estos movimientos armados no nacen de las rabietas que podamos sentir en estos momentos, nacen de la explosión de fuerzas que se tornan incontenibles en el corazón de los pueblos y cuando son reprimidas a punta de balazos, torturas, persecuciones y tormentos. Muchos hemos sentido y propuesto, yo me incluyo, una respuesta armada, organizada en las bases de su pueblo, ante la ignominiosa y cruel imposición del gobierno gorila en Honduras.
Trato, y confieso que me cuesta, de entender que hay que agotar los caminos de la resistencia pacífica.
Me cuesta porque me parece un gran irrespeto, una burla descarada, que no exista manera de restituir al presidente Zelaya nuevamente en sus funciones, irrespeto que a diario el pueblo hondureño sea masacrado, reprimido, torturado y asesinado. Burla porque los gorilas se entronizan y abren una posibilidad de propagar la guerra, los golpes fascistas para tratar de someter de nuevo a todas las naciones que avanzamos en la liberación del continente.
Con los sucesos de Honduras tan recientes, es lo más lógico y natural sufrir otro ataque de indignación cuando el presidente Uribe, bufón gringo, anuncia en Colombia que se permitirá a Estados Unidos su presencia en 7 bases militares o más. Es comprensible que el presidente Chávez “congele” nuevamente las relaciones, o para decirlo mas claro, que vuelva a meter a Uribe en la nevera.
Ciertamente, el mismo Fidel Castro, nos da luces claras ante esta estrategia imperial. La paz debe ser nuestra bandera. Así tengamos que tragarnos la rabia, la indignación y las ganas de ir a entrompar cara a cara y a darnos bala contra tanto lacayo. ¿Por qué? Por la terrible diferencia entre poderes armamentísticos, la superioridad de Estados Unidos en el enfrentamiento militar es insalvable. Es cierto que su poder de dominio no logrará jamás la sumisión de los pueblos invadidos, como pasa en Irak y Afganistán, la guerra asimétrica termina dejándolos a la merced de los comandos o guerrillas que a diario atacan e impiden la consolidación del imperio en los territorios dominados, al imperio se le hace difícil robar el petróleo o la heroína, pero más difícil a sus habitantes tener patria. Que seamos capaces de resistir, como resisten aquellos países invadidos, o como lo está haciendo el valiente pueblo de Honduras, termina dándoles a ellos la victoria de su presencia en estos países a quienes tratan de rendir con la superioridad de un imperio armado de tecnologías hasta los dientes, como nos decía Fidel, de aviones intripulados, capaces de quemar en segundos, kilómetros de montañas donde se sospeche una guerrilla, donde por una foto satelital se puede ver hasta el color de los interiores que nos ponemos cada mañana. La paz, entonces, debe tornarse en el arma de lucha fundamental hasta que triunfe o hasta que se agote y sea la guerra el último camino.
Indudablemente la resistencia pacífica del pueblo de Honduras ha significado una lucha importante. ¿Pero como derrotar al fascismo con resistencias pacíficas? ¿Cómo lograr victorias? Ya veremos, ya veremos.
Obama dice que el no quiere poner una base militar en Colombia, así lo escuché ayer en la televisión, claro, será que es verdad que no quiere montar una sino siete. También declaró que le asombraba, que a pesar de que ha estado tomando posiciones a favor de Zelaya, ahora le reclamen a Estados Unidos, que haga más para apoyarlo: “antes criticaban que éramos un país ingerente y ahora nos reclaman que no hacemos nada”. Hasta cierto punto tiene razón. Quienes tenemos que intervenir en Honduras somos los pueblos Centro Suramericanos, que ya deberíamos estar firmando acuerdos para crear fuerzas de defensa militar ante estos abusos, y tratados en los que un Presidente elegido democráticamente pueda solicitar la intervención militar de las fuerza continentales de Unasur, del Alba para restituir la democracia ante un golpe tan cruel y descarado.
En la reunión de Unasur deberían avanzar en esto, en ese mismo contexto hace algunos años el mismo Uribe pidió la formación de una fuerza militar continental para luchar contra el terrorismo y el narcotráfico, a lo que todos los demás miembros se opusieron, hoy en su ausencia cobarde, debería aprobarse una fuerza militar totalmente contraria, una fuerza militar de todas nuestra naciones que tenga la potestad de intervenir en Honduras y restituir al Presidente Zelaya, que tenga el poder de detener alguna nueva agresión de Colombia y sus bases gringas hacia algún país vecino.
Yo celebro el cambio hacia la paz que tomo el Comandante Chávez, se lo que cuesta seguir apostando a tantos cretinos, como Uribe y como Santos, que están bien claros en su condición de mercenarios, pero fortalecer la resistencia pacífica hasta lo último, no caer en el terreno de la guerra que es lo que pretende el Pentágono, es una victoria. En fin de cuentas los revolucionarios somos luchadores por la paz, la guerra es sólo un terrible camino, impuesto por el enemigo, para conseguirla.
Las setenta bases de paz por cada base de guerra deberán ser escuelas ideológicas, semillas de donde germine la revolución colombiana y la consolidación de la unión Latinoamericana.
Cuando Obama dice entre líneas que le están pidiendo que “intervenga” a favor de Honduras, también nos está mandando un mensaje, que quienes tenemos que intervenir somos nosotros sin ningún miedo a la reacción internacional. Las fuerzas armadas de defensa democrática deben ser una meta en la reunión de Unasur, la proposición de soluciones efectivas para desmontar el golpe facista contra Zelaya son imprescindibles a riesgo de que si no se avanza, mas temprano que tarde tendremos dos, tres, cuatro Honduras en nuestro continente.
FUENTE: brachoraul@gmail.com http://www.kaosenlared.net/
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