2.3.09

La traición marcó el destino de Cipriano Castro


Señaló que todos los entes del MPPC trabajan para dar a conocer al ex presidente venezolano

Entre Simón Bolívar y el presidente Hugo Chávez, la actitud más antiimperialista en toda la historia de este país ha sido la que ha tomado Cipriano Castro. Él fue un gran antiimperialista”.

Con esta frase terminó el ministro del Poder Popular para la Cultura (MPPC), Héctor Soto, la rueda de prensa convocada el pasado martes 9 de diciembre en la sala de capacitación de la sede principal de este despacho ubicado en la avenida Panteón, en la que también participaron el viceministro de Identidad y Diversidad Cul­tural, Juan Carlos Lossada, así como el director del Centro Nacional de Historia, Arístides Medina Rubio.

Durante su intervención, Soto acentuó que el ex presidente Castro entra dentro de su política de rescatar del olvido a personajes históricos nacionales y también latinoamericanos que “con datos científicos en la mano, sabemos que son poco conocidos por la mayoría del pueblo venezolano.

Per­sonajes que, a nuestro juicio, deben ser discutidos, por lo que todos los entes de las diferentes plataformas del ministerio están trabajando en conjunto para alcanzar este fin”, resaltó.

Traición a la patria

Por su parte, Arístides Medina Rubio, cuando tomó la palabra, enfatizó que “esta hora que está viviendo América Latina, y Venezuela en particular, es la que ha permitido reivindicar a un personaje como Cipriano Castro. Yo, como historiador, les puedo decir que nos vendieron a un Presidente que era una especie de fauno”.

El director del Centro Nacional de Historia también refirió que “no ha habido un mandatario en toda la historia de nuestro país, desde Bolívar hasta nuestros días, que haya sido más ridiculizado que Castro.

Probable­mente, dentro de unos años, tendremos que decir que Chávez fue más ri­diculizado, pero de Castro es el único del que se ha podido hacer una recopilación de caricaturas agresivas que se publicaron en el mundo entero sobre su persona”.

Dijo Medina Rubio que es importante que la historiografía rescate sobre este mandatario dos aspectos: “Uno es su antiimperialismo. Castro fue un anticolonialista y un antiimperialista mucho antes de ser Presidente de Venezuela, porque fue un hombre que estuvo en actividad política por lo menos 20 años antes de asumir este cargo; y el segundo aspecto es su valor humano frente a la traición, hecho que marca una modalidad que los venezolanos estamos obligados a conocer y a denunciar: porque la traición de Juan Vicente Gómez contra él fue la traición del venezolano a favor de los intereses del extranjero”, precisó.

Por último, el viceministro Juan Carlos Lossada habló sobre el programa Cine para Llevar, que empezará con la distribución de la película Mi­randa regresa, del director Luis Alberto Lamata, desde este sábado 13 de diciembre encartada en nuestro semanario.

Actualidad

Soto también contestó a las preguntas de los periodistas que asistieron a la rueda de prensa, quienes le inquirieron sobre temas que se encuentran actualmente en la palestra pública. Sobre la huelga de los trabajadores del Teatro Teresa Carreño, acotó que la mayoría de quienes laboran en esta institución cultural no se han sumado a la manifestación por lo que es una “huelga mediática, ya que está únicamente en los medios de comunicación”.

Puntualizó que de 700 trabajadores que integran la nómina de este teatro, sólo hay 20 protestando. En cuanto a la liquidación del antiguo Consejo Nacional de la Cultura (Conac), expresó que de más de mil trabajadores con los que contaba la institución, únicamente 40 personas fueron despedidas, porque 220 están en situación de jubilación y el resto han sido reubicados dentro del ministerio.

Soto anunció que al finalizar la rueda de prensa se dirigiría al Aeropuerto Inter­nacional de Maiquetía para viajar a Cuba, nación en la que participará en una reunión con la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad.

Solidaridad latinoamericana ante el bloqueo costero a Venezuela

El apoyo al castrismo estuvo abanderado por intelectuales, estudiantes universitarios, trabajadores y periodistas

La agresión sufrida por la nación venezolana por parte de las potencias extranjeras (Alema­nia, Inglaterra, Francia e Italia) en 1902-1903, hizo surgir una espiral solidaria por toda Latinoamérica, teniendo como expresión general, no sólo el apoyo al Gobierno de Cipri­a­no Castro, sino también el rechazo a las pretensiones imperialistas de las naciones europeas en territorio suramericano.

Frente a este panorama de alerta, de manera espontánea se desató en nuestra América un sentimiento unitario y nacionalista, de estricta defensa de los intereses soberanos de los pueblos. Universidades, grupos políticos y organizaciones sociales de las principales ciudades de México, Ecuador, Perú, Brasil, Colombia, Chile y Argentina, se pronunciaron rápidamente y levantaron de forma contundente, multitudinarias manifestaciones de reclamo contra la intervención armada y la anexión territorial.

En efecto, el caso del bloqueo venezolano sirvió como advertencia a todos los pueblos de América Lati­na ante las pretensiones imperialistas de las potencias europeas y del incipiente imperialismo norteamericano. Así surgió dentro de la opinión pública mundial un acto de solidaridad Latinoamericana sin precedentes.

La opinión pública

Esa búsqueda de dominación política, económica y territorial expresada por el viejo y decadente imperialismo europeo, produjo un llamado de alerta en los pueblos de América, quienes sintieron en las acciones realizadas en Venezuela el peligro de la intervención y la aparición de un nuevo colonialismo en los inicios del siglo XX.

“Toda la prensa de aquí ve en la intervención anglo-germana en Venezuela un peligro para Sur América, por cuanto tiende á establecer un precedente amenazante para su soberanía…”. Este fue el sentimiento difundido por uno de los diarios argentinos y en general por toda la opinión pública internacional, que a través de la prensa escrita —único medio de comunicación existente de la época— pudo informar al mundo entero el nefasto atentado contra la soberanía nacional.

Asimismo, cumplió una posición de contraataque contra la prensa extranjera, que pagados por grupos económicos y políticos —tanto europeos como norteamericanos— utilizaron sus columnas para desprestigiar las acciones del Presidente venezolano, por medio de la ridiculización sistemática en caricaturas, y al racismo verbal proferido diariamente en los rotativos internacionales.

Ahora bien, a pesar de que las protestas no partieron directamente de instancias oficiales —salvo de Argentina— las manifestaciones tuvieron una gran repercusión en su contenido y en mayor relevancia en sus protestantes.

El unísono apoyo al castrismo sería, en términos generales, de corte popular, es decir, estuvo abanderado por intelectuales, estudiantes universitarios, trabajadores, periodistas, grupos de manifestantes que recogían el clamor de las masas populares en América Latina.

La Doctrina Drago

Dentro de esta ola solidaria fue el canciller argentino, Luis María Drago, quien preparó, el 29 de diciembre de 1902, un telegrama dirigido al Gobier­no norteamericano, presidido por Teo­doro Roosevelt.

La nota incluyó lo que más tarde se denominó dentro del derecho internacional, la Doctrina Drago, y su argumento principal sostenía que “la deuda pública no puede dar lugar a la intervención armada, ni menos a la ocupación material del suelo de las naciones americanas por una potencia europea”.

La postura del canciller fue de evidente respaldo a la Doctrina Monroe, la cual suponía la intervención de los Estados Unidos cuando alguna potencia europea interfiriera en asuntos territoriales en el continente suramericano. Su nota se convertía en un llamado de atención a la actitud asumida por el Gobierno norteamericano y de total censura al asalto de la soberanía por la política extranjera.

Este importante documento impulsó una apertura a la política multilateral en Latinoamérica y a una nueva perspectiva del derecho internacional. Sin embargo, la política que se vislumbró por parte de los Estados Unidos, a través de un falso panamericanismo, rechazó indirectamente los postulados de la nota Drago para justificar su futura intervención dentro de los pueblos suramericanos.

No obstante, lo importante de esta disertación es que tanto la nota Drago como las manifestaciones de apoyo de los pueblos suramericanos fueron, sin duda alguna, indicadores de un imponente deseo de integración en América Latina, sin ser precisamente un proyecto consciente y formulado por los diferentes países que se pronunciaron.

Igualmente, el nacionalismo asumido enérgicamente por Cipriano Castro se convirtió en el símbolo de la unión y la lucha por la defensa de la soberanía territorial. Así lo observamos en carta escrita al ministro de Chile, el 4 de diciembre de 1903, cuando señala lo siguiente:

“Refiriéndome al primer pun­to (la Unión Latinoamericana), el cual lo juzgo, desde luego, el más importante, he de decirle que creo que no haya quien no acepte en principio esa salvadora y benéfica idea, si hemos de tener en cuenta entre otras muchas razones, que siendo unos mismos los intereses de las Repúblicas latino-americanas, se impone de hecho su estrecha y cordial unión, mayormente si observamos que las demás naciones se coaligan para obtener más por la fuerza que por la razón y el derecho, lo que pretenden de los relativamente débiles”.


FUENTE: www.semanariotodosadentro.org
lunes, 15 de diciembre de 2008

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